domingo, 27 de marzo de 2011

Cuando el albergue se puso al rojo vivo

Han jugado con los límites: el límite temporal solapado al del absurdo, el asíncrono y el ambiguo y todo cobra sentido, sin que Góngora llegue a transformarse del todo en un Avatar. "Aquellos que antaño fueron magos ahora son arquitectos", se puede leer en la obra 'Universo molécula', de Isaías Herrereoi, que encontramos en la cibermuestra. Sí, son arquitectos, poetas, ciberpoetas, poetas performativos, informáticos, profesores... y han construido un albergue en el Centro de Arte Pepe Espaliú a lo largo de estos días, dentro del cual emprender el peregrinaje por la poesía en toda su potencialidad a través del ciclo 'Soledades 2.0. No moderno artificio'.

Nada más entrar, se advierte el 'buenos días' de Pepe el fabuloso, el supervisor de la sala. Los ordenadores se hacen hueco entre las distintas salas e invitan a abandonarse más que a encontrarse, a dejarse seducir por ese conjunto de estímulos que agitan los sentidos y sobrecojen. Un recorrido individual cambiando de ojos y de oídos al tiempo que uno deambula y pasa de Alan Bigelow a Alison Clifford o Dorothee Lang. Hay que caminar despacio hacia la playa, respirar entre obra y obra para disfrutarlas plenamente. Conforme uno avanza, comienza a comprender que no sólo se expone a la ciberpoesía, sino que entra a formar parte de lo que allí sucede, que la ciberpoesía es una experiencia culmina en el visitante, que toma sentido a partir de él, cuando se coloca los cascos y fija la mirada en la pantalla. La fascinación de un primer momento se convierte pronto en expectación. Después, cada cual escoge sus favoritos. Él mío era Billy Collins. Este 'medialab' se convertía no solo en punto de partida hacia la ciberpoesía, sino en lugar de encuentro, en hogar de peregrino, habitable, a nivel individual o grupal.


De los talleres para alumnos de instituto, impartidos por un Luis Gómez paciente y entusiasta, quedaron poemas que combinaban la frialdad del moderno artificio con el que eran generados, un programa inventado por Eugenio Tisselli, con la frescura de la voz de los diecitantos. Algunos de ellos pueden encontrarse en la web oficial del ciclo. Distintos artistas compartieron visión y experiencia en este campo a lo largo de las distintas mesas redondas y su concepción de la ciberpoesía quedó recogida en las videocapsulas con las que el equipo de Hackitectura fue nutriendo la web. Osfa, Fouad, Sergio y Álvaro también dejaron su huella en ese clima tan peculiar que se respiraba en el albergue desde su receptáculo, casi a modo de cueva, dentro, pero fuera, a la vista de los más curiosos, entre su concentración y sus bromas.

Tras dos intensos días de actividades, el punto culmen llegaba la noche del sábado con las intervenciones performativas de Ricardo Domeneck, Miriam Reyes y Eugenio Tisselli, precedidos por una Marta Jiménez pixelada, que nos daba la bienvenida a través de la pantalla para después tomar cuerpo. Domenck comenzó por poner el micrófono en la voz del cuerpo Después, nos colocó ante un escaparate, delante de una televisión que observa. También mostró cómo el poema, cuando se degrada -en el sentido más bello del término-, se difumina para ser otros. Entonces, las voces se funden y, posteriormente, el silencio/color blanco. Su última pieza ahondaba en una visión propia de las 'Soledades', concebidas como la alucinación del último hombre sobre la tierra. Valiéndose de las palabras con las que Góngora componía su obra, Domeneck recomponía ésta para elaborar su 'Entraña primera', su 'Entraña segunda'. Por su parte, Miriam Reyes planteó cuál sería la Soledad cuarta. Tras una dedicatoria como celebración de vida, su 'Soledad es cuatro'. 'Este momento y yo somos una sola superficie', se escuchaba a Miriam. 'Cómo avanzar a la par que el paisaje (...) El paisaje no hace excepciones. El paisaje no se detiene', proseguía. Las Soledades tampoco parecían detenerse. Eugenio Tisselli optó por las soledades de hoy, generadas de una manera muy peculiar, porque Tisselli tiene mucho de inventor. Su obra 'Multitudes' jugó con la lectura en dos espacios. El público estaba absorto. Era la combinación de estímulos, la sobrecojedora puesta en escena... Como broche final, la sesión de dj-vj de Juan López, Víctor Moreno y Álex Dios, que se extendió hasta pasadas las 12.

Cuando se encendieron las luces, el público fue abandonando el albergue. El equipo de 'Soledades 2.0' se recogió en el pequeño habitáculo - refugio de los chicos de Hackitectura a lo largo del evento - y llegó el momento del brindis y los enhorabuena. Más tarde, los bares.

Sobrevuela el ambiente un verso de la obra de Isaías Herrereoi: "En los bares nocturnos se trafica el ADN". El ADN de 'Soledades 2.0' brindaba con cerveza, con nostalgia ante ese albergue al rojo vivo. 'La responsabilidad de los profetas es máxima'. Ellos se abrazan.

'Esto no es Berlín'. No. Era (es) 'Soledades 2.0. No moderno artificio'. Eran José, Antonio, Luis Gómez, Sergio Moreno, Osfa, Fouad, Álvaro, Pepe el fabuloso, Luis Tena (sonido), los artistas de la cibermuestra y aquellos que pasaron en carne y hueso por este laboratorio poético (Belén Gache, Domingo Sánchez Mesa, Pedro Valdeolmillos...).
Eran todos ellos. El 'espíritu Soledades'. Y estábamos en Córdoba.

Galatea


Nota: Fotografías de Salud Ortega Losada

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué decir. Esta entrada permite conservar algo tan difícil de aprehender como son las emociones. Es una videocápsula de toda la cadena de emociones y sensaciones que se respiraron en ese albergue tan especial que ha sido el Centro Espaliú. El equipo entero estuvo formado por gente muy especial. El equipo, como Universo molécula, tenía muchas dimensiones y hubo gente clave que contribuyó de manera decisiva sin estar oficialmente en "nómina". "Al rojo vivo" es una definición perfecta. Muchas gracias.