domingo, 10 de abril de 2011

En la playa de Pauline

Puntualidad máxima, extrema. A las 23.31 apagaban las luces de la Sala Orive y a las 23.32 salían ellas al escenario, ambas con pantalones y camiseta negra. Pauline en la playa son Mar y Alicia. Tras doce años de trayectoria, han conseguido consolidarse en el panorama independiente del pop, un pop un poco más exquisito, de ese que se baila en locales pequeños con copas de vino tinto. Desde Gijón, nos traían la cadencia del mar, acompañadas por un multiinstrumentita que hacía que sus manos recorriesen el teclado, el saxo y la flauta. "Vas a entrar en órbita", le dijeron, al verlo rodeado de instrumentos en su pequeño espacio del escenario, casi como una nave espacial. Luces rojas marcaban el ambiente de una Sala Orive de nuevo llenísima, pero de un público que se mantuvo en silencio, respetuoso, y ellas lo elogiaron.

Mar y Alicia fueron alternando canciones de amor y desamor de manera equilibrada, armoniosa, de manera que todo el conjunto quedó como suele suceder casi siempre en la vida, con un toque agridulce y un punto de surrealismo. El saxo ponía ese toque distinto que hace exquisito el pop independiente de las hermanas Álvarez.

Entre otras, pudimos escuchar eso "Menuda torpeza y van tres, lo peor de esta vez es que me he enamorado. Y resulta que el tipo es un pez, concretando me ha dicho que es un cetáceo y ya ves..." El público celebraba la elección del repertorio. Fueron alternando canciones de sus primeros discos con las del último, 'Física del equipaje'. A lo largo de la actuación humo risas, bromas... Se colaron anécdotas y algún que otro despiste en cuanto a la canción que tocaba interpretar. Ellas confesaron que se les había hecho cortísimo, porque estaban muy a gusto.

Poco más de una hora para que un corazón redondo que rueda y rueda y se escurre y cae al suelo, como dice su canción, fuera recorriendo los ojos de los asistentes para, al final, recomponerles un poco por dentro, porque las hermanas Álvarez son candor, ternura encima del escenario.

Llegó el final del concierto y se despidieron deseando regresar pronto a Córdoba, "cuando ya seais Capital Cultural Europea", precisaron, y el público estalló en aplausos. Se retiraron del escenario y volvieron a aparecer para regalarnos un par de temas más: 'Mis muñecas', la canción que decidieron ceder en su día a 'Nosoträsh', y 'Coplas de un iconoclasta enamorado'. Con ésta última querían rendir homenaje al grupo 'Vainica Doble'. Aplausos, más aplausos y un público arremolinado a la salida para hacerse con unas chapitas del disco terminaban de componer la instantánea de esta irrupción de playa en medio de Córdoba.

A la playa de Pauline uno no acude a naufragar, sino a abandonarse.

Galatea

1 comentario:

Lara Pintos dijo...

Felicidades por el concierto a Pauline y a los responsables del programa de Cosmopoética. Lo he disfrutado mucho!