sábado, 2 de abril de 2011

Enhebrar la voz

Era un sábado por la mañana con voz de mujer, con la voz de Ángela Mallén, Catalina Palomares y Raquel González, para rendir homenaje a Leonor de Córdoba y al premio que desde hace diez años la Asociación Andrómina convoca en su honor. A lo largo de estas ediciones, han concurrido a él cientos de poemarios de todo el mundo.

El acto se abría con un fragmento de la autobiografía de Leonor de Córdoba, la primera de la España del siglo XV. A partir de entonces, pasaban a destapar la voz Ángela, Cati y Raquel, mientras una luz grisácea se colaba a través de las ventanas de la Sala Orive.

Ángela, para la que la poesía es belleza a palo seco, recordó que tan importante como los buenos poetas son los buenos lectores, una apreciación relevante para todos aquellos que sangran y sudan cada verso. La voz de Ángela es suave. Es como la de una niña pequeña que aún esconde miedos. Pero es una mujer que sabe de la poesía pragmática aplicada, que juega con el lenguaje y con las onomatopeyas 'como si no estuviéramos en el límite del mundo'. Con toda la sencillez de quien desprecia la impostura por no entrar a formar parte de su vocabulario, sentencia 'Ahora puedo ser África'.

Cati presentó la poesía no sólo como experiencia vivida, sino como vivencia de la experiencia poética, ante la necesidad de volcar en el poema ese no-saber, el tormento. 'Revancha se llama mi poema y advertencia'; 'mi poema desea creer en la vida', sonaba a través de su garganta.

Raquel reunía la musicalidad y el sol en la voz de una chica del norte que se reencontró con la poesía en Madrid y que ahora pasaba por Córdoba para presentar su creencia en la poesía como conjuro contra el tiempo, como ceremonial, como exaltación de la vida, la memoria, la muerte, como ese espacio donde existe la posibilidad de otras voces. Escribir poesía para 'documentar el fracaso', pues es el material de derribo con el que se construyen los versos.

Tres visiones de la poesía con cuerpo de mujer. En tiempos en los que se arremete contra la poesía femenina, contra la reivindicación de la feminidad de la voz, actos como éste, recitales como éste, recuerdan que lo que importa es la calidad, el compromiso con lo que se escribe. A veces ello adopta una voz femenina que observa y contempla la realidad que la envuelve y desde la que establece su relación con los otros.

Se sucedieron unas a otras como si estuvieran haciendo pasar la voz a través del ojo de una aguja, como si fueran haces de voz para un solo cuerpo de mujer. Enhebrar la voz para rescatar la poesía.


Galatea


1 comentario:

Unknown dijo...

Conozco a Ángela Mallén y también su poesía, y me emociona este comentario tan certero de Galatea. ¡Qué bonito es compartir, intuir, interpretar y disfrutar de la belleza a palo seco y contemplar como la voz puede pasar a través del ojo de una aguja e hilvanar varias voces!

Carolina de Vitoria