

Paul LeClerc nos presentaba la "casa de la cultura española" que puede llegar a ser la Biblioteca Pública de Nueva York y cómo ésta reúne una de las colecciones más grandes. Con capacidad para más de 700 personas, ofreciendo la posibilidad de mantenerse en el más absoluto anonimato, la Biblioteca Pública de Nueva York, situada en un edificio precioso, enorme, que imita a los palacios europeos como muestra de la ambición de la ciudad, se alza como la sala más democrática de EEUU. Paul LeClerc cree que uno de los pilares fundamentales sobre los que se debe fundamentar su labor debe ser ese: garantizar a todos el acceso libre a la información. Desde la filantropía privada, ya que la Biblioteca de NY es una Fundación privada, no una agencia pública, inspirar el aprendizaje, avanzar en el conocimiento y fortalecer las comunidades se tornan como los pilares clave de su actividad.

Sin embargo, lo más reseñable de su intervención no fue el hecho de acercarnos la Biblioteca de NY a Córdoba e ilustrarnos acerca de su funcionamiento, sino la defensa del papel de las bibliotecas en la sociedad actual. Paul LeClerc inició su intervención comentando que tenemos que preocuparnos menos por el futuro de las bibliotecas y más por el cambio climático, que hacía que el termómetro en Córdoba pasara de los 30ºC esa tarde mientras que el norte de EEUU se veía amenazado por la nieve. 'El mundo está al revés con una excepción: las bibliotecas', sentenció. Y eso es algo que todos necesitamos oir, que defiendan el valor de las bibliotecas como fundamento de la cultura humana. LeClerc planteó cómo la biblioteca forma parte de la civilización humana desde Mesopotamia y defendió su capacidad de adaptación a nuevas realidades, a las nuevas tecnologías. Es necesario que nos recuerden que hay que creer con fuerza en los libros, en las bibliotecas, al igual que es delicioso que, desde la más honesta filantropía, se defienda el peso de la cultura, capaz de permanecer inalterable pese a los cambios (climáticos) del planeta. Supongo que de la misma manera deberíamos creer en la poesía.

Galatea
Fotografías: Lola Araque
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